Un dragón contra el populismo
Mario Draghi aparece al frente de un nuevo gobierno técnico-político en Italia. Y en forma impensada obtiene el apoyo de los euroecépticos de La Liga y los 5 Estrellas.
Matteo Re - historiador e investigador
21 de febrero de 2021

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Matteo Re, Universidad Rey Juan Carlos

La investidura de Mario Draghi ha provocado dos cambios copernicanos en la política italiana. La Liga de Matteo Salvini y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), con apabullante entusiasmo, han optado por el apoyo al nuevo ejecutivo.

No deja de ser curioso ver como sendas fuerzas políticas, que a lo largo de su historia han explotado el mensaje antiestablishment y el euroescepticismo, comulguen ahora con la élite más europeísta posible. Si, por un lado, la estrategia de Salvini responde a una maniobra lógica, por el otro, el Movimiento 5 Estrellas da un bandazo más en su breve trayectoria política.

Hace tan solo un par de años ambos partidos gobernaban codo a codo, con Giuseppe Conte al mando del ejecutivo. Esa curiosa colaboración gubernamental hizo de la soberanía nacional su principal bandera. Los choques con Europa fueron numerosos.

Los de Grillo (Beppe Grillo es el fundador del Movimiento 5 Estrellas) se reunieron con los chalecos amarillos franceses, los de Salvini aplaudieron al Brexit. Ambos criticaron la política económica de la UE, escudándose en la idea de que representaban el deseo del pueblo y que al pueblo había que escucharlo.

Conte II: acuerdo entre Movimiento 5 Estrellas y el PD

El gobierno de Giuseppe Conte se derrumbó con la salida del Partido Democrático.

Una vez acabada esa efímera alianza, la Liga pasó a la oposición. El Movimiento 5 Estrellas promovió un segundo gobierno liderado por Giuseppe Conte. Sin embargo, esta vez selló un acuerdo con el Partido Democrático (PD). Si el acercamiento entre Movimiento 5 Estrellas y Liga, por complicado que fuera, mantenía como vínculo ciertos toques populistas y antielitistas, la alianza con el PD asombraba a más de uno.

Entre los electores grillinos (y, por supuesto, del Partido Democrático) y algunos de sus propios parlamentarios había quien no entendía ese viraje. El Partido Democrático representaba uno de los principales enemigos para quien se negaba a respaldar la política tradicional. Quien había decidido militar entre las filas del Movimiento 5 Estrellas promovía más bien una política alejada de las élites enquistadas en el poder.

Haciendo alarde de una democracia supuestamente más elevada de la que todos disfrutamos, los líderes del Movimiento 5 Estrellas propusieron a sus electores expresar su opinión sobre la oportunidad de pactar con el Partido Democrático. Alrededor de 80 mil personas votaron. El 73 % de ellas dieron su visto bueno a esa singular alianza.

Llega Draghi y el populismo se va

Año y medio después, se les volvió a pedir a los votantes del Movimiento 5 Estrellas que expresaran su opinión sobre el futuro político del país. Esta vez, se les consultaba su conformidad para apoyar un gobierno formado por Mario Draghi. Los líderes del M5S no dudaron en abandonar a “su hombre”, Giuseppe Conte, e inclinarse hacia el economista, expresidente del Banco Central Europeo.

Desmarcarse, y acabar en la oposición junto con el eterno enemigo, el partido de derecha Hermanos de Italia, no era una opción admisible. Además, ese giro hubiera hecho trizas la coalición con el Partido Democrático, cuyos representantes, en cuanto empezó a sonar el nombre de Draghi como posible futuro primer ministro, dieron su visto bueno sin titubeos.

El mantra de la democracia directa, tan pregonado por Beppe Grillo y los suyos, corría el riesgo de volverse en su contra. A esas alturas, no se podía consentir un rechazo a Draghi, pero no era nada evidente que los electores grillinos secundaran un gobierno abiertamente europeísta, liderado por aquella élite que el M5S, desde su nacimiento, prometía vapulear.

Beppe Grillo, el creador del movimiento populista de 5 Estrellas.

Tras varias vacilaciones, dudas, incertidumbres, intentos de no vincular la elección popular con la decisión final del partido, se sometió a los votantes del Movimiento 5 Estrellas a la siguiente pregunta:

“¿Estás de acuerdo en que el Movimiento apoye un gobierno técnico-político que va a incluir al super-Ministerio para la Transición Ecológica [propuesto por Beppe Grillo] y que defienda los principales resultados obtenidos por el Movimiento, junto con las demás fuerzas políticas propuestas por el presidente encargado Mario Draghi?”.

Sobra comentar el sesgo de esa consulta. El 59 % de los 75 000 militantes que votaron (una cifra nada representativa de la base electoral del Movimiento 5 Estrellas, que en las últimas elecciones obtuvo más de 10 millones de papeletas) dio el visto bueno al nuevo Gobierno.

Sin embargo, el día de la investidura del nuevo primer ministro, parte de los diputados del M5S votaron en contra. De esa manera reflejaban quizá el espíritu original del partido, pero contradecían el veredicto popular.

Salvini y las consecuencias de su apoyo a Draghi

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En casa leguista también se dio un giro hacia esa élite tan denigrada hasta entonces. Sin embargo, para la Liga el viraje no es tan traumático. Parte de sus electores son empresarios del norte de Italia. Ven con buenos ojos la llegada de Draghi al Palacio Chigi, residencia el primer ministro en Italia. Esperan que sus políticas de auxilio a las empresas puedan beneficiarles.

Por otra parte, según las encuestas, Matteo Salvini tiene todas las papeletas para imponerse en las próximas elecciones políticas. Presentarse ahora como “hombre de Estado”, que se ha puesto al servicio del país, reconduciendo a su partido hacia posiciones moderadas, podría beneficiarle en el futuro.

Es interesante ir analizando cómo evolucionará la escena política transalpina. De momento, lo que sí ha logrado Mario Draghi es eliminar de un plumazo todo atisbo de populismo y euroescepticismo de la política italiana.

Matteo Re, Profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos, investigo sobre Italia contemporánea, violencia política y crimen organizado, Universidad Rey Juan Carlos

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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