Divina juventud de derecha
¿Por qué los más jóvenes, en casi todo el mundo, están votando por los partidos de derecha y extrema derecha? Adiós la utopía colectivista. El fenómeno Milei, en Argentina.
Gustavo Sierra
gustavohectorsierra@gmail.com
14 de noviembre de 2022

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Desde comienzos del siglo XX se consideraba una suerte de ley de acero que los jóvenes son de izquierda. “Si la gente no es conservadora a los 40, no tiene cabeza”, dicen que Winston Churchill dijo, “pero si no es liberal a los 20, no tiene corazón”. De acuerdo a esta reducción, después de los 40 se vota por los tories del Partido Conservador británico y si se es menor de esa edad, por los Laboristas. Una alineación que, según este principio, se multiplicaría por décadas en el resto del mundo. Obviamente esto nunca fue exactamente así. Siempre hubo corrientes de pensamiento de todo tipo en las universidades de todo el mundo. Pero es verdad que, durante el siglo XX, una mayoría de jóvenes expresaba posiciones relacionadas con la izquierda, con el progresismo, con “lo nuevo”. La derecha estuvo en ese tiempo siempre relacionada a algo antiguo, anacrónico, de “viejos”.

En la tercera década del siglo XXI esto está cambiando radicalmente. Los que votan por primera vez y sus inmediatos predecesores lo están haciendo en forma masiva por candidatos de derecha y extrema derecha. Ocurrió en Israel y Estados Unidos la última semana. Antes en Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania y Brasil. En Argentina asciende entre los menores de 30 años la popularidad de Javier Milei, un libertario, que un corresponsal extranjero calificó como “anarquista de extrema derecha”.

“Cada vez más, los menores de 22 años parecen divergir de los votantes de entre 22 y 39 años, y parecen considerablemente más conservadores, hasta el punto de que los actuales jóvenes de 18 años son tan de derechas como los de 40 años”, escribió en la revista especializada UnHerd, Eric Kaufmann, profesor de política de la Universidad de Londres.

Los que votaron por primera vez en Francia, lo hicieron masivamente por los dos candidatos de la derecha y la extrema derecha, Marine Le Pen y Eric Zemmour.

         El auge del populismo de derechas en Occidente a partir de 2014 llevó a algunos a argumentar que el futuro anunciaba “una revuelta nacionalista contra el multiculturalismo” de la era posterior a los años 60. La asombrosa desaparición de los principales partidos de izquierdas en los últimos años se atribuye a su alejamiento de las cuestiones económicas para abrazar la democracia liberal y la globalización, así como preocuparse por las reivindicaciones de las minorías raciales y sexuales desfavorecidas. Todo esto alejó a los blancos desfavorecidos y los que ven perder sus privilegios.

         Un buen ejemplo es lo que sucedió en las elecciones presidenciales de abril pasado en Francia. En la primera vuelta, Emmanuel Macron consiguió una estrecha victoria (27,85%) sobre la populista de derechas Marine le Pen (23,15%). Los estudios postelectorales muestran que Macron sólo arrasó con un grupo de edad: los votantes de 65 años o más. Le Pen lo superó entre los de 25 a 49 años. Y mientras el candidato de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, obtuvo algo más de un tercio del voto joven, Le Pen y el otro candidato de extrema derecha, Éric Zemmour, recibieron el apoyo combinado de un inédito 22% de los primeros votantes. Entre los sufragistas de entre 25 y 34 años, el apoyo de la extrema derecha aumentó a más del 35%.

“Una tendencia similar parece estar desarrollándose en el sur de Europa, con los jóvenes votantes de Italia y España que también se inclinan dramáticamente hacia la derecha. Vox, el partido populista de derechas español, se ha convertido rápidamente en la tercera fuerza política del país, gracias al apoyo que ha recibido no tanto de los septuagenarios nostálgicos del franquismo como de los jóvenes votantes descontentos, predominantemente masculinos y con menos formación”, escribió en una nota de opinión del Project Syndicate, Michael Bröning, director de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Nueva York.

Los votantes de entre 18 y 22 años perdieron toda ilusión en cualquier construcción colectiva. Buscan certezas y salidas concretas a sus problemas.

En Italia, más de la mitad de los jóvenes votantes apoyan actualmente a partidos como el neo-fascista Fratelli d’Italia de la nueva primera ministra Giorgia Meloni, la Lega de Matteo Salvini y Forza Italia del ex premier Silvio Berlusconi. Incluso en la próspera y tradicionalmente socialdemócrata Suecia la alineación natural de los jóvenes votantes con los partidos progresistas llegó a su fin. Los Demócratas Suecos, de extrema derecha, que cogobiernan en Estocolmo, tuvieron un aumento del 11,8% entre los votantes de 18 a 24 años en un año. En Alemania el Partido Democrático Libre, de derecha, fue la primera opción para los que votaban por primera vez, superando incluso a los Verdes. Y en las recientes elecciones estatales del este de Alemania, la ultraderechista Alternative für Deutschland obtuvo un apoyo sin precedentes entre los jóvenes. En Sajonia-Anhalt, el partido obtuvo el mayor porcentaje de votos entre los menores de 30 años, así como entre los de 30 a 44 años.

En Israel, en las elecciones de este último fin de semana, que retornaron al poder al inoxidable Benjamin Netanyahu, también están los más jóvenes. El 70% de los israelíes judíos de entre 18 y 24 años se define de derechas, por encima de la media nacional, en la que esas posiciones llevan dos décadas creciendo. A finales de los noventa, los israelíes judíos que se definían de derechas y los que lo hacían de izquierdas estaban empatados en un 40%. Hoy, son el 62% y el 12%.

Aquí se mezclan dos elementos: el religioso y la actitud hacia los palestinos. Y lo que se ve que cuanto más religioso y propenso a la mano dura con los vecinos es el candidato, más los votan los jóvenes israelíes. “Ultraortodoxos y nacionalistas religiosos conforman un cuarto de la población, pero también constituyen casi la mitad en la franja de 18 a 25 años”, explicó Dahlia Scheindlin, analista política experta en opinión pública, desde Tel Aviv. “Y, por pura estadística, cada vez lo serán más. Los ultraortodoxos, que tienen casi siete hijos de media y votan derecha en un 99%, pasarán de casi el 13% de la población al 32% en 2065”.

“Cada vez más, los menores de 22 años se diferencian de los votantes de entre 22 y 39 años, y parecen considerablemente más conservadores, hasta el punto de que los actuales jóvenes de 18 años son tan de derechas como los de 40 años”, escribió en la revista especializada UnHerd, Eric Kaufmann.

Pero no son sólo los ultraortodoxos. De acuerdo a la empresa de análisis de datos Midgam, si se excluye a esta parte de la población, la tendencia es la misma: un 46% de jóvenes de 18 a 25 años se define de derechas y un 16%, de centro-derecha. Un buen ejemplo es la desaparición del parlamento, el Knéset, del Meretz, el partido sionista de izquierdas que abandera la paz con los palestinos, la separación entre Estado y religión, la defensa del medio ambiente y los derechos LGTBI. Y el tradicional Partido Laborista socialdemócrata de Golda Meir, Isaac Rabin y Shimon Peres se quedó con apenas cuatro diputados. El espíritu del trabajo colectivo de los kibutz que hizo grande a Israel está absolutamente perdido. Un chico de 18 años ya no entiende cómo podía apelar a sus pares de la misma edad el trabajo colectivo en una granja.

El cambio vino para quedarse y va a marcar claramente esta tercera década del siglo XXI, imprevisible de principio a final.

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