La grieta no existe
La política se maneja desde burbujas aisladas con gente que cree que hay un abismo que las separa. No es eso lo que representa a la mayoría de los argentinos.
Augusto Salvatto
25 de abril de 2021

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Pequeños sectores ultrapolitizados tomaron la decisión de aislarse en burbujas de pensamiento, mientras la mayoría de los argentinos son víctimas silenciosas de discusiones que no los representan.

Parecería que no son pocos los que están convencidos que la población argentina se divide en dos bandos irreconciliables que no solo piensan completamente distinto, sino que además están separados por un abismo de convicciones morales. Eso es lo que comúnmente llamamos “grieta”.

Esta imagen ha acaparado el análisis y la estrategia política en los últimos diez años. Sesgo de confirmación de por medio, cualquier evento novedoso que ocurre en la política, es ubicado en esas categorías y etiquetado dentro de ese mismo marco, en el cual, quienes acaparan el análisis y la práctica política, se sienten cómodos.

Pero ¿y si existe otra manera de ver la política argentina por fuera de esa incómoda comodidad? ¿Y si por pereza intelectual o conveniencia política nos estamos perdiendo de ver un panorama más amplio?

Veamos.

1. Los números dicen otra cosa.

Si efectivamente existiera tal cosa como “La Grieta” con mayúsculas, eso implicaría que aproximadamente la mitad de los argentinos se sientan identificados con Juntos por el Cambio, y la otra mitad con el Frente de Todos.

¿Se refleja eso en los números? En principio, ni cerca.

De acuerdo con una encuesta realizada por Giacobbe y asociados en febrero de 2021, si tomáramos 10 argentinos, aproximadamente 5 de ellos no se sentiría identificado con ningún partido político, dos de ellos se sentirían identificados con el peronismo, uno con el kirchnerismo, uno con Juntos por el Cambio (medio de la UCR y medio del PRO), y el restante se ubicaría en otras ideologías políticas.

¿Qué quiere decir esto? Que, de un grupo de diez argentinos, menos de dos se identificarían con el kirchnerismo o con el PRO, que, en teoría, son los espacios que lideran la grieta.

2. Un grupo politizado adentro de una cámara de eco

Pero, entonces, si esto fuera cierto, ¿por qué hace diez años hablamos de “La Grieta”? La respuesta es compleja, y supera el caso argentino.

Existe efectivamente un pequeño grupo de la sociedad, bastante politizado y ruidoso – ya sea en las redes o en la calle – que está pendiente permanentemente de la cuestión política. Y que, como en una cámara de eco, va retroalimentando su pensamiento consumiendo contenido con el que coincide, y que tiende a reforzar sus percepciones previas sobre la realidad.

Los algoritmos de las redes sociales no ayudan a que suceda la contrario. Un estudio realizado para el caso norteamericano demuestra, por ejemplo, que la interacción entre las cuentas de Twitter identificadas como demócratas (azules) y las que se identifican con el Partido Republicano (rojas), es casi nula, como vemos en el gráfico.

Los medios de comunicación más grandes tienen este mismo problema. No solo están ultra politizados, porque ese es básicamente su trabajo seguir el día a día de la información política, sino que reconfirman permanentemente sus propios sesgos.

Ahora bien, ¿toda la sociedad tiene esta misma conducta? Si los estudios antes mostrados son ciertos, la respuesta es no. Por el contrario, estamos hablando de una porción mínima de los argentinos que hace mucho más ruido que una mayoría a la que intimida. En su ya clásico libro de 1977, Nicole Noelle Neuman llamó a este efecto, la espiral del silencio.

3. El problema de vivir en burbujas aisladas

Para estar a tono con la conversación actual, parecería que estos pequeños sectores ultra-politizados, viven en burbujas aisladas. Tienen visiones completamente distintas sobre los mismos sucesos, y están convencidos de que “el otro” es corrupto, insensible, inmoral, autoritario, neoliberal o populista.

Estos grupos tienden a tomar el todo por la parte más extrema: “¿Cómo voy a poder dialogar con ellos, si se robaron las vacunas? ¿Cómo voy a poder dialogar con ellos si se robaron el correo? ¿Cómo me voy a sentar con él, si avala el cierre de las escuelas? ¿Cómo me voy a sentar con ella, si avala la muerte de maestros?”

Bajo esta mirada, el 50% de los argentinos no es solidario, y estaría a favor de que mueran docentes, mientras que el otro 50% es autoritario, inmoral, y quiere destruir al sector privado.

Para consuelo de los honorarios miembros de estas burbujas aisladas, la mayoría de los argentinos no tiende a ver el mundo de esa forma. Es más, ni siquiera le interesan muchos de los temas que están hoy en la agenda del debate público.

No es casual que, según datos de Latinobarómetro, siete de cada diez argentinos no se sientan representados por las instituciones de la democracia. Ese es el problema de que la política se maneje desde burbujas aisladas que creen que hay una grieta que los separa.


Nota del Editor:

Para el lector desprevenido acompañamos la nota de Augusto Salvatto con la interesante síntesis de lo que caracteriza “la grieta argentina” según Wikipedia.

Grieta Argenta vista por Wikipedia

La grieta, en Argentina, es una expresión usual para denominar una división binaria y maniquea de la sociedad argentina entre kirchneristas y antikirchneristas, surgida en la primera década del siglo XXI, que ha sido causa de un enfrentamiento político y cultural generalizado, caracterizado por una alta dosis de irracionalidad, odio, prejuicio, intolerancia y fanatismo.

Para quienes se comportan validando “la grieta”, el bando propio es el único que tiene legitimidad, mientras que el otro bando debe ser descalificado de manera completa. Entre los estereotipos personales peyorativos de “la grieta”, han sido creados las figuras del “negro choriplanero”,​ para aludir al bando kirchnerista, y el “troll macrista”, para aludir al bando antikirchnerista.​ Los expresidentes Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri han sido señalados como los máximos referentes de ambos bandos. “La grieta” argentina ha sido relacionada e incluso incluida como parte de la tradicional división de la población argentina en peronistas y antiperonistas. Incluso hay quienes creen que esta división fue una de las causas de los golpes de Estado de la segunda mitad del siglo XX.

Los ex presidentes argentinos Cristina Férnandez de Kirchner y Mauricio Macri en un acto en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Diversos estudiosos han mencionado como antecedente de “la grieta” la división entre unitarios y federales que se produjo en los inicios de la Argentina como país independiente y llevó a las guerras civiles que se extendieron durante 50 años, en el siglo XIX, cuyos odios y pasiones aún continúan vigentes, más de un siglo después, expresadas en los nombres de calles, imágenes utilizadas en el papel moneda y los contenidos históricos escolares.

Desde la década de 1940 la población argentina venía siendo afectada por una profunda división socio-política que tomó la forma de peronistas y antiperonistas, que en muchas oportunidades alcanzó altos niveles de violencia como el bombardeo de Plaza de Mayo, de 1955, realizado por grupos antiperonistas, donde fueron asesinadas al menos 308 personas, y más de 700 quedaron heridas, mayoritariamente peronistas.​

En las elecciones de 2007 resultó elegida por primera vez en la historia argentina una mujer, Cristina Fernández de Kirchner, para ejercer la Presidencia de la Nación, mientras que, simultáneamente en la Ciudad de Buenos Aires era elegido jefe de gobierno el empresario Mauricio Macri. Existe un consenso genérico de que en ese momento aparece “la grieta”, bajo la forma pasional del odio a Cristina, “los K” y los “negros choriplaneros”, y su reverso el amor y el sostenido apoyo político a Cristina, que encontraría en Macri una especie de contracara, sobre todo a partir de que resultara electo presidente en 2015.​

Entre 2007 y 2019 “la grieta” fue en constante aumento. En 2008, un extenso corte de rutas durante 100 días a lo largo de todo el país, en protesta contra los impuestos por exportaciones de soja, trigo y maíz, fue potenciado en términos de “la grieta” y los niveles de violencia verbal entre ambos bandos.​ Los medios de comunicación tomaron partido, con el poderoso Grupo Clarín (Clarín, Canal 13, Radio Mitre, Cablevisión, Telecom Argentina, etc.) y el tradicional diario La Nación del lado de la oposición al kirchnerismo, mientras que Página 12, el canal de cable C5N y la Televisión Pública con sus noticieros y el programa 678 (hasta diciembre de 2015) se ubicaban del lado del apoyo al kirchnerismo.​

En 2008 y en 2013, algunos sectores del peronismo liderados por Alberto Fernández y Sergio Massa, ambos exjefes de gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, abandonaron el gobierno y pasaron a la oposición, disconformes -entre otras cosas- con la falta de una política por parte del gobierno kirchnerista para cerrar la grieta.​

En diciembre de 2015 asumió la presidencia de la Nación Mauricio Macri, por la alianza Cambiemos con la promesa electoral de cerrar la grieta, pero finalmente terminó potenciándola para polarizar la elección de 2019.

En diciembre de 2019 asumió la Presidencia Alberto Fernández, del Frente de Todos, quién expresó que uno de sus principales objetivos de gobierno era «cerrar la grieta»​ (cosa que solo profundizó). En el mismo sentido se pronunció el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, de Juntos por el Cambio y una de las figuras principales de la oposición, quien afirmó en marzo de 2021 que «Siempre voy a estar para terminar con la grieta».

Durante la pandemia de COVID-19 otras divisiones se presentaron en la población, como los generados por el movimiento anticuarentena y el movimiento antivacuna, presente en todo el mundo, que también tuvo su manifestación local.

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