Cómo reconocer una teoría conspirativa
¿Cómo diferenciamos entre los auténticos complots y conspiraciones y los que solemos asociar con el término "teoría de la conspiración", es decir, una forma de pensar errónea o equivocada?
Jovan Byford - The Open University
5 de septiembre de 2022

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The Conversation

Cualquiera que se comprometa de forma crítica con el fenómeno de las teorías conspirativas pronto se encuentra con un enigma. Las conspiraciones reales ocurren con bastante frecuencia. Los asesinatos políticos, los escándalos y encubrimientos, los atentados terroristas y gran parte de la actividad gubernamental cotidiana implican la connivencia de múltiples personas en el intento de lograr un resultado deseado.

Esto plantea una cuestión crucial. ¿Cómo diferenciamos entre los auténticos complots y conspiraciones y los que solemos asociar con el término “teoría de la conspiración”, es decir, una forma de pensar errónea o equivocada? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, cuándo las preguntas sobre los orígenes del coronavirus son preocupaciones legítimas y cuándo deben descartarse como una teoría de la conspiración?

Un enfoque es confiar en el sentido común. El juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Potter Stewart sentó un precedente cuando, en 1964, tuvo que definir la pornografía. Ante un concepto complicado que carece de parámetros claramente definidos y cuyos límites son abstractos y controvertidos, Stewart se limitó a decir: “Lo reconozco cuando lo veo”.

Un manifestante pidiendo que se prohiba el uso de la red 5G de comunicaciones porque cree que es la que provoca el Covid.


Otro enfoque consiste en adoptar una posición agnóstica respecto a todas las afirmaciones de conspiración. Esto implica argumentar que, aunque algunas teorías de la conspiración puedan parecer actualmente inverosímiles, siempre hay una posibilidad, por pequeña que sea, de que se demuestre que son ciertas en algún momento del futuro. Por esa razón, el argumento es que deberíamos tratar incluso las teorías de la conspiración en las que no creemos como no probadas y no como falsas.

Sin embargo, ninguno de estos enfoques es satisfactorio. Son formas de eludir el problema de la definición en lugar de resolverlo. Después de haber investigado las teorías de la conspiración durante muchos años, yo diría que podemos hacerlo mejor. Hay diferencias fundamentales entre el tipo de conspiraciones que ocurren y de las que debemos preocuparnos, y las afirmaciones descabelladas que suelen exponer los teóricos de la conspiración.

Cómo son las conspiraciones reales

La primera diferencia importante radica en la propia naturaleza de la supuesta conspiración. Consideremos los innumerables escándalos políticos que han sacudido a Estados Unidos en el último medio siglo. Desde las revelaciones sobre el programa de espionaje doméstico de la CIA y el escándalo Watergate en la década de 1970, hasta los hallazgos más recientes sobre las entregas extraordinarias, la vigilancia masiva o el intento de injerencia de Rusia en las elecciones. Hay escándalos comparables en otros países del mundo.

Lo que tienen en común estos casos muy reales de connivencia secreta es que en ellos participaron diferentes actores, con objetivos y metas dispares, limitados a determinados lugares y plazos. En otras palabras, las tramas y los encubrimientos existen en el mundo, pero son múltiples y, en la mayoría de los casos, no están relacionados. No pueden reducirse a un único denominador común.

Y lo que es más importante, estas conspiraciones rara vez funcionan según el plan. Esto se debe a que entre cualquier caso de colusión y el resultado deseado hay todo tipo de elementos imprevistos e imprevisibles. Es imposible evitar por completo las meteduras de pata, los errores y las traiciones. O controlar las acciones de otros individuos y organizaciones con objetivos y agendas competitivas (y a menudo ocultas). Como sostenía el filósofo Karl Popper, la pregunta relevante a la hora de explicar sucesos históricos dramáticos no es “¿quién quería que algo sucediera?”, sino “¿por qué las cosas no sucedieron exactamente como alguien quería?”.

En qué se diferencian las teorías de la conspiración

Una creyente de la teoría conspirativa Qnon y seguidora de Donald Trump.

Los teóricos de la conspiración, por supuesto, ven el mundo de forma muy diferente. La premisa de su argumento no es que las conspiraciones ocurran, sino que son la fuerza motriz de la historia. A los teóricos de la conspiración ni siquiera les interesa la multitud de conspiraciones en conflicto. Lo suyo es la búsqueda de conexiones espurias entre actores o acontecimientos históricos dispares. Sus tramas son globales y no están limitadas por el tiempo o la geografía. Y supuestamente lo explican todo.

Esta es una de las razones por las que los teóricos de la conspiración son notoriamente pobres en el descubrimiento de conspiraciones reales. A lo largo de la historia, la mayoría de las revelaciones de actividades ilegales y encubrimientos salieron a la luz como resultado de un periodismo sólido, de investigaciones oficiales patrocinadas por el Estado o de las acciones de los denunciantes. La fuerza motriz de muchas revelaciones sobre conspiraciones reales ha sido la libertad de información, una institución clave de la transparencia política.

Mientras tanto, los teóricos de la conspiración no han sacado a la luz ni un solo escándalo. Están demasiado ocupados persiguiendo a los Illuminati, el Nuevo Orden Mundial, el “complejo industrial militar” o la supuesta influencia judía en los asuntos mundiales.

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Este artículo forma parte de una serie vinculada a la Guía del experto en teorías de la conspiración, una serie del podcast The Anthill de The Conversation. Escúchalo aquí, en Apple Podcasts o Spotify, o busca The Anthill dondequiera que consigas tus podcasts.

https://theconversation.com/how-to-spot-a-conspiracy-theory-when-you-see-one-133574

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